Me encanta esta aria de la opera Rigoletto compuesta hace cien años por Guiseppe Verdi ya que nos habla de la movilidad (en este caso) de la mujer; de su disponibilidad a cambiar de actitud, de modo, de idea, de humor y decisión y… dice así:
La mujer es voluble, cual pluma al viento, cambia de palabra y pensamiento.
Sin embargo, este título me es útil sólo para hablar de la movilidad como efecto del desplazamiento y multi-disponibilidad que poseemos (o deberíamos poseer) los seres humanos de hoy. Nos habla sobre la capacidad de ser quienes somos en cualquier lugar que estemos y resolver lo que haya que resolverse sin menoscabo de distancia y espacio.
Te pregunto:
¿Qué tan móvil eres? ¿Qué tanto puedes funcionar prácticamente en cualquier lugar?. ¿Qué tan preparado estás para poder tomar el toro por los cuernos (sí es que éste se presenta) en cualquier escenario o lugar apartado de tu vida cotidiana?.
En contraposición, ¿Qué tan atado estás a tus necesidades de casa u oficina para accionar, actuar y tomar decisiones con seguridad?. ¿Qué tanto requieres estar en tu colonia, ciudad o país, para dar respuesta a las demandas de trabajo, mercadeo, sistemas, soluciones y clientes de hoy? ¿QUE TANTO ERES GRANJERO, QUE TANTO ERES CAZADOR?
Estuve por la ciudad de México la semana del uno al cinco de julio de este año (2013). Has de saber que cuando visito la ciudad por negocios o placer, generalmente me desplazo en taxi por encontrar este medio ideal para navegar la grandísima megalópolis con agilidad y hasta gracia de bailarina por entre el coloide del tráfico. Por lo general, converso apaciblemente con los profesionales del volante que me llevan de un lado al otro y, lo hago, en la esperanza de encontrar personas (que prácticamente siempre hay) abiertas, inteligentes y, constantemente armadas de una opinión sobre casi cualquier tema que se les ponga al paso.
Pues resulta que, hablando de la movilidad y la solución de problemas a distancia, noté que mi amigo chofer, mientras conversábamos, alternaba entre dos medios de comunicación a la vez que, raudo, conducía su taxi por entre camiones, transeúntes y autos. Uno de ellos, el radio, contactado a la central a través de una antena, tenía como fin recibir órdenes de servicio que la despachadora de la base supuestamente enviaba con las solicitudes de los clientes, el otro, era un teléfono Nextel donde él tomaba, como si fuera la despachadora misma, las requisiciones de los clientes y, a través del radio, contactaba a otros choferes para que cumplieran servicios.
Sorprendido y maravillado le pregunté… ¿Qué pasa? ¿Por qué tienes tú que hacer tal tarea?
A lo que él contestó:
“Resulta que la despachadora ¡simplemente no se presentó hoy a trabajar! y… pues alguien tiene que hacer el trabajo que mis compañeros no harían. Yo pienso, me comentó entre volantazo y claxonazo, que mucho perderíamos nuestra chamba si no le damos servicio al cliente: inmediato y amable; no lo podemos abandonar, continuó, porque a alguien simplemente le dio flojera venir a trabajar. Seguro usted lo sabe, continuó, hay muchos sitios de taxis a los cuales ustedes clientes pueden acudir y… hizo una pausa mientras esquivaba un metrobús, pues no se trata de perderlos.
¿Y cómo le haces? admirado demandé de nueva cuenta.
“Pues simplemente, esta mañana al ver que la despachadora no llegaba, re-direccioné el teléfono de la caseta (en el sitio) a mi Nextel personal y estoy recibiendo las llamadas de los clientes y asignando los servicios al mejor postor, como se haría en la central por la despachadora”
La movilidad es hoy por hoy un signo de vida regular que marca el éxito o derrumbare de negocios y oportunidades ejecutivas. Quien se encuentra atado a su despacho y centro de trabajo para la toma de decisión, se ubica en el siglo XX, anacrónico y cerrado al cambio, perdiendo clientes a diario.
Cotidianamente veo chicos, ejecutivos y operarios así como estudiantes y maestros, atados a sus aparatos de comunicación llevando en su haber uno o más teléfonos; tabletas y hasta laptops y me pregunto, ¿serán ellos conscientes de la potencialidad de movilidad para que lo que estos objetos fueron creados o, simplemente hace y reciben llamadas para enterarse de cualquier chisme mientras juegan “angry birds”?.
No fue un ejecutivo de casa de bolsa en un restaurante de moda el que me mostró el poder de la movilidad, fue un taxista en la Ciudad de México quien me enseñó el valor de la movilidad y la omnipresencia para ganarse el pan cotidiano. Fue un hombre del volante usando el tablero de su auto como escritorio el que me descubrió el incalculable precio de la tecnología cuando ésta es usada de forma inteligente. Fue un hombre sencillo haciendo su trabajo quien me abrió las puertas para observar la destreza de ser muchos cuando se es uno. Felicidades a él.
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