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Juan Mario Cardenas

El espacio creativo

Es difícil explicar o definir la parte más difícil del proceso creativo, en lo personal tiendo a creer que la concepción de la idea es la más complicada, sin embargo constantemente veo buenas ideas con una realización espeluznante, así que ¿cuál sería la más difícil tarea del proceso creativo?

Por Juan Cárdenas
Twitter: @Desautomatas

Es difícil explicar o definir la parte más difícil del proceso creativo, en lo personal tiendo a creer que la concepción de la idea es la más complicada, sin embargo constantemente veo buenas ideas con una realización espeluznante, así que ¿cuál sería la más difícil tarea del proceso creativo? ¿La concepción, la ejecución, la comercialización, la continuación?

Lo más difícil es alcanzar lo que a falta de otro concepto, defino como el “espacio creativo”, todo el proceso desde el instante en que sentimos la idea llegar, quizá de la nada, quizá provocada por alguna otra idea; hasta el momento en que la dejamos ir, pasando por aquellos en los que moldeamos, ensuciamos, mutilamos, jugamos o transformamos esa idea.

No es otra cosa sino el ciclo natural de la vida conceptualizado o llevado al ambiente profesional de la comunicación. Nacer (generar, inventa), crecer (conceptualizar, cotizar, proyectar), reproducirse (ejecutar, adaptar a distintos medios), morir (salir, suceder, analizar).

Este lapso de tiempo y/o espacio, es uno solo, no una cadena que debe interconectarse. Mientras fluya con mayor efectividad pero sobre todo naturalidad, los resultados serán mejores. Si por el contrario es constantemente interrumpido, puede violentarse y corromperse la idea original. Esto no significa que deba ser un proceso de un Hombre al que no deba perturbarse, en absoluto, simplemente que debe buscarse, concebirse y respetarse ese espacio creativo de la mejor forma en cada caso.

El problema quizá radica en los pasos que muchas veces interrumpen, controlan o limitan el espacio creativo. Importa el tamaño del proyecto, el equipo involucrado, el cliente, el producto y la naturaleza del mismo, la coyuntura; muchos factores que pueden la concreción de este espacio. Esto tampoco quiero definirlo como una patentada fórmula de éxito garantizado o una demagogia infalible ni mucho menos, sino como un concepto que me sirve para lograr terminar ideas, llevarlas a cabo y evitar que se pierdan o nazcan muertas. De nada servirá un perfecto espacio creativo si la idea es mala, o el servicio que se quiere promocionar tiene mala calidad; así como tampoco extraordinarias ideas que no puedan nunca suceder (por las razones que me digan, seguramente y en la mayoría de los casos culpa de alguien más). Sólo comparto lo que puede ayudar sobre todo a quienes padecen de excesiva creatividad, o quizá aquellos que no logran pasar de ser solamente un constante motor de originalidad, a uno de acción y realización. Desarrollar o entender un espacio creativo puede ayudarlos a que las ideas lleguen a algún lugar, tengan sentido y practicidad.

En un ámbito empresarial cada vez más complejo, con mayores vías de comunicación y herramientas, pero también con un desarrollo tecnológico cuyo ritmo supera constantemente a las empresas y sus procesos internos, debemos procurar una cordura operacional, incluso sí, en esa parte casi sagrada para muchos, la creatividad.

Este espacio creativo es también una forma de adaptarnos desde nuestras responsabilidades primarias, hasta la interacción con otras áreas, y avanzar de manera constante en el desarrollo natural. En los medios digitales por ejemplo, constantemente alcanzamos nuestras metas cuando ya otras ideas y oportunidades se presentaron, y nuevamente nos vemos atrás de lograr una óptima labor. Al definir este espacio, podemos integrar nuevas ideas y necesidades, priorizando y escalonando nuestro trabajo. Ello también podrá ayudarlos a mejorar la eficiencia del trabajo que llevan ya a cabo, e integrar nuevos retos, regiones, proyectos o estructuras internas, para sólo correlacionar lo adecuado, priorizar sus labores, delegar o simplemente ordenar lo que tenemos que llevar a cabo sin presionarnos ni agobiarnos.

Y es que al conocer nuestro espacio creativo sabemos lo que debemos hacer, hasta dónde involucrarnos, quienes más y en qué medida deben hacerlo, y podremos por lo tanto evaluar si algún problema se presenta por el que algo no funciona.

El espacio creativo puede funcionar tan bien en áreas de nuevas tecnologías, marketing, publicidad o relaciones públicas, porque muchas la oportunidad viene en la novedad de la idea y en cómo se presenta, más que en la efectividad rutinaria. Una vez teniendo ritmo y definición, el resto fluye.

Basta definir o entender su propio espacio creativo, lo que ya exista, deba cambiar, o deban proponer/crear/sugerir o yo qué sé; pero lograr ubicarse en él, luego respetarlo y en adelante sólo depurarlo y pulirlo, para concretar sus objetivos o (y en México y Latinoamérica es quizá la mejor parte) saber identificar problemas, errores sin miedo a señalarlos, confiados en que una vez al descubierto, serán solucionados. Algo que vaya si hace falta.

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