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Arturo Mora

El consumidor sustentable

A ver, háganse a un ladito, que no quepo.

Cada vez somos más en el planeta. 7 479 millones 273 mil 600 habitantes y aumentando. Y todos los que vivimos (o sobrevivimos) en la tierra, algunos mucho y muchos en menor medida, consumimos y compramos.

Alimentos, ropa, tecnología, transporte, servicios, en fin. Todos los días y todo el tiempo hay un movimiento de consumo y uso constante. Intercambio comercial que conviene a las empresas y marcas para poder existir como tal y conviene a los compradores al satisfacer sus necesidades en cualquiera de los niveles posibles (por la disposición y su bolsillo).

Pero, como ya se habrán dado cuenta, los tiempos cambian y los comportamientos de la gente se transforman rápidamente también.

Si continuamos con el mismo ritmo de vida de consumo en todo el mundo y con el aumento de población, seguro que llegará un momento en el que ya no tendremos ni qué comer ni que vestir.

Por eso las empresas ya se dan cuenta que el mismo consumidor exige una “vuelta de timón” para replantear la forma en la que estamos comprando y consumiendo y las empresas produciendo. Hay que hacer un consumo sustentable.

El consumo sustentable ya está aquí desde hace unos años. ¿Y eso qué es? De acuerdo a la ONU, el Consumo Sustentable es “el uso de productos y servicios que responden a necesidades básicas y que conllevan a una mejor calidad de vida y que además minimizan el uso de recursos naturales, materias tóxicas, emisiones de desechos y contaminantes durante todo su ciclo de vida y que no comprometen las necesidades de las futuras generaciones”. ¿A poco no es importante?

Se dice que la sustentabilidad está de moda. Por eso hay que aprovechar el momento. Ya se recomienda a la gente que haga un consumo responsable. Por ejemplo: antes de comprar, pensar si lo necesita realmente; cumplir con las cuatro “R”: reducir, reutilizar, reparar y reciclar; Ahorrar papel, agua y energía; disminuir la huella de carbono (si vas por las tortillas a la esquina, ¿para que agarras el coche?); acercarse a productos ecológicos y de comercio justo para alimentarse; educar a las generaciones futuras sobre el medio ambiente y cambiar el modelo de consumo (donde menos es más), entre otros consejos, ¿porqué las empresas no se ponen también “las pilas” para ir con un tema que ya preocupa a sus consumidores?

Pues ya lo están haciendo. Y una industria que está entrando al juego es la de la moda y el vestido. Aunque sea con pequeños esfuerzos, pero ya lo hacen y hay empresas mexicanas que lo practican. (in.seek.to, Cöko, Bamboo Life, Irasema Ramírez)

Y suena lógico, después de que durante mucho tiempo se lleva el ritmo de estar cambiando de ropa constantemente y de forma regular, desechando prendas en buenas condiciones, ya sea por una modificación en la moda o porque es cambio de temporada (absurdo, por ejemplo, en el caso de la Ciudad de México, ¿últimamente alguien distingue un verano de una primavera o un otoño de un invierno? ¿Nada más porque es diciembre debo usar mis botas de piel con peluche mientras afuera son las dos de la tarde con 25 grados encima?).

De acuerdo al portal de El Clarín, estos son los beneficios de usar ropa sustentable:
Es buena para la Tierra, ya que proviene de cultivos sin pesticidas ni tóxicos.
Es buena para las personas. Se preocupa por el comercio justo.
Es buena para los animales. La moda sustentable utiliza los productos animales pero de una manera consciente y libre de crueldad y, en algunos casos, incluso se evita el uso de productos de origen animal.
Es más duradera. Se hace con calidad para que dure más y se necesite comprar menos prendas con menor frecuencia.
Sus cuidados son más simples. Cuidar de estas prendas resulta más económico y sencillo: sólo necesitas lavarlas con un detergente que no dañe al ambiente y secarlas al sol.
La moda sustentable no sólo se trata de productos hechos a base de cultivos orgánicos, sino también de productos recuperados, reciclados y prendas vintage.

H&M, Zara y Forever 21 se reconocen por hacer ropa que se vende mucho y que ofrecen “Fast Fashion”: barata, de moda y desechable.

¿En realidad la gente quiere eso? Los nuevos compradores que van con la tendencia antes mencionada, no.

De acuerdo a Adage.com y a un estudio de Euromonitor, más del 14% de los consumidores de Estados Unidos buscó ropa y accesorios hechos de materiales naturales en 2016, un aumento del 12,9% el año pasado. Y esta costumbre, tarde o temprano, llegará a ser popular en todo el mundo.

El mundo cambia porque es necesario. Esto representa ya unas “pataditas de ahogado” que ojalá se conviertan en grandes movimientos sociales, culturales y de conciencia que, ojalá también, provoquen un cambio en las formas de producir y vender de todas las marcas que existen, sin importar la industria a la que pertenezcan.

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