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Carlos Luer

5 claves para facilitar tus actividades más difíciles

“Lo que hace difícil una actividad es el abordarla desde una perspectiva errónea y querer resolverla mediante habilidades inadecuadas”.

Es común que existan actividades que te cuesten más trabajo que otras. Incluso puede haber algunas que realmente te causen tal malestar, que te pueden inducir a una resistencia natural que se traduzca en un aplazamiento crónico de las mismas, generando así estrés y una pérdida de energía innecesaria que, a fin de cuentas, impacta en el resto de nuestras actividades.

Generalmente las actividades que se facilitan más y las que van más dirigidas hacia nuestros objetivos primordiales, son con las que se puede conectar y abordar más fácilmente. En cambio, las actividades complicadas o las que “quitan tiempo” sin aportar necesariamente un beneficio adecuado, son las que suelen presentar mayor resistencia.

En realidad, no existe tal cosa como fácil y difícil. Todas las actividades que puedes realizar requieren de una cierta cantidad de energía y de tiempo para conseguirlas. De acuerdo a tu forma de ser, a tus habilidades, creencias, experiencia y a la perspectiva con que las emprendes, es que determinas el nivel de “dificultad” que pueden presentar, no por sí mismas, sino porque así las concibes.

En realidad, lo que “hace difícil” una actividad es el abordarla desde una perspectiva errónea y quererla realizar utilizando habilidades inadecuadas o un método incompatible con la misma. Es común que se suela querer usar la misma forma de proceder para realizar todo lo que hacemos, buscando desde una misma visión la solución para todo lo que se nos presente bajo cualquier circunstancia. Esta es la primera causa por la que algunas actividades se complican más que otras.

Un ejemplo de lo anterior, es la ley del menor esfuerzo. Si siempre se busca hacer lo menos para obtener el mayor resultado, es querer obtener siempre el mayor beneficio al menor costo. No digo que esto sea inadecuado. Sin embargo, es muy importante darse cuenta que el mayor beneficio no siempre llega con el menor esfuerzo. Entonces en lo que habría que enfocarse es en determinar si se quiere un mayor benéfico o un menor esfuerzo. Cada caso es un caso.

A continuación, comparto cinco puntos que considero importantes, para saber elegir correctamente la forma en que nos conviene abordar y realizar nuestras tareas y actividades:

1. Identifica tus bloqueos
Cuando sientes cierta aversión por realizar una actividad, es muy importante comenzar por determinar su causa. Puede ser un tema físico (dolor de cabeza, cansancio), emocional (estado de ánimo) o mental (creencias asociadas con dicha actividad). Al hacer consciente lo que realmente te disgusta de la actividad o la razón por la que generas un sentimiento adverso hacia la misma, es realmente un paso significativo hacia saberla resolver de la mejor manera.

2. Administra tu energía adecuadamente
Es probable que tengas más desarrolladas ciertas habilidades que otras (como cualquiera). Saber en qué empleas tu energía es esencial para obtener el mejor beneficio a cambio de tu esfuerzo. Cuando hay actividades que tienes que realizar “sí o si”, prioriza las que aporten un mayor beneficio (e inviérteles tu mejor calidad de energía). Deja en segundo lugar las tareas estériles y las que requieran un menor esfuerzo. Recuerda que, siendo todas las actividades necesarias, finalizar las tareas rápidas puede ser una buena idea para ir completando la agenda del día con mayor eficiencia.

3. Delega
Como lo comentábamos en el párrafo anterior, hay habilidades que puedes tener mejor desarrolladas que otras. Cuando hay tareas que involucren habilidades que no tengas tan desarrolladas, no dudes en delegar. Es probable que, incluso pagando a alguien por que las realice, obtengas una mejor relación de costo-beneficio. Recuerda que, adoptar una perspectiva diferente ante las actividades que nos generan mayor resistencia, es esencial para no gastar energía de más en las mismas.

4. Empieza por comenzar
Cuando te toca hacer una tarea que no involucra tus principales habilidades y que es necesario que realices tú, entonces el antídoto radica en enfilar baterías hacia la consecución de la tarea. Y es que en general, la principal barrera de resistirse hacia una actividad radica en comenzar la misma. Una vez que comiences a realizarla, poco a poco empezará a fluir y eventualmente lograrás terminarla.

5. Separa lo complicado de lo sencillo
Cuando toque realizar una actividad “no grata”, es también muy efectivo subdividir la actividad en tareas más pequeñas, que puedas abordar en diferentes momentos. En los aspectos complicados probablemente requerirás más energía y de mejor calidad, por lo que es recomendable que asignes un momento de tu día en el que estés más fresco.

En cualquiera de los casos, no se trata de hacer por hacer. Realmente hay que saber diferenciar las actividades e identificar la perspectiva desde la que queremos abordarlas. Conocer bien nuestras habilidades más desarrolladas será de gran utilidad para determinar el cómo nos conviene “taclear” cada asunto.  ¿Tú cómo abordas las cosas que te cuestan más trabajo? ¿Qué tan fácil es mantener la persistencia? Participa en este espacio y continúa la conversación en Twitter @carlosluer. Nos seguimos leyendo por aquí. ¡Saludos!

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