La fusión de Pfizer con Allergan, que de ser aprobada dará lugar a la mayor farmacéutica del mundo, al parecer no le ha sentado bien a nadie, excepto a los ejecutivos de las propias corporaciones. La operación que mudaría a Pfizer a Irlanda y a Allergan a Estados Unidos es, de hecho, un tema en el que republicanos y demócratas están de acuerdo por primera vez. 

La adquisición, por la que se pagaría la cifra histórica de 160 mil millones de dólares, tendría como resultado una reducción considerable de impuestos para la nueva farmacéutica, que los pagaría en Irlanda y no en Estados Unidos, además de las correspondientes pérdidas de empleos resultantes de mover las oficinas al otro lado del Atlántico. Pfizer es sólo la más reciente de una larga lista de corporaciones que han aprovechado un vacío legal en la norma fiscal estadounidense para comprar a compañías más pequeñas, hacer sus maletas e irse allí a donde se paguen menos impuestos.

Este vacío legal y sus cada vez más evidentes consecuencias han convertido a la “inversión fiscal” en uno de los principales temas en la agenda de las campañas presidenciales.

Como era de esperarse, el magnate y político Donald Trump está en contra de la fusión. Trump se ha pronunciado enérgicamente en contra de otras compañías que se van de Estados Unidos, por ejemplo, ha dicho repetidamente que jamás volverá a comer galletas Oreo por la decisión de Nabisco de mover una de sus plantas a México. “El hecho de que Pfizer se vaya de nuestro país con una tremenda pérdida de empleos es repugnante”, dijo el candidato republicano en un comunicado, “nuestros políticos deberían estar avergonzados”.

La candidata puntera, Hillary Clinton, se pronunció a favor de una reforma que impida que este tipo de estrategias sigan ocurriendo, aunque sin detallar cómo lo hará. “No podemos postergar la adopción de medidas severas contra las inversiones que socavan nuestra base tributaria”, afirmó en un comunicado. “Por demasiado tiempo, las corporaciones poderosas han explotado los vacíos legales que les permiten esconder sus ganancias en el extranjero y disminuir sus impuestos. Ahora Pfizer está tratando de reducir su factura fiscal aún más. Esta propuesta de fusión dejará a los contribuyentes estadounidenses con la carga”.

Bernie Sanders, candidato demócrata, dijo que “La fusión de Pfizer y Allergan sería un desastre para los consumidores estadounidenses, que ya pagan los mayores precios en el mundo por medicamentos controlados. También permitiría a otra gran corporación estadounidense esconder sus ganancias en el extranjero”.

Otra crítica por parte de los congresistas demócratas es que Pfizer se ha beneficiado por años de los incentivos que el gobierno federal otorga en cuanto a investigación y protección de patentes. “No podemos permitir que Pfizer y otras corporaciones sigan pretendiendo ser estadounidenses mientras se aprovechan de los beneficios que ofrece este país, mientras que alegan tener otra nacionalidad cuando se trata de impuestos”, dijo la diputada demócrata por Connecticut, Rosa DeLauro, al New York Times.

Aunque es poco probable que la administración de Barack Obama pueda hacer mucho en términos de regulación, sí es posible que este tema sea capitalizado por quienes aspiren a gobernar el país vecino, pues la fusión deja en evidencia la enorme diferencia con la que la legislación fiscal trata a las pequeñas y medianas empresas para las que es imposible hacer este tipo de jugadas, al tiempo que se les cumple el famoso dicho anglosajón “nada en esta vida es seguro, excepto la muerte y los impuestos”.